Título: Es hora de decir adiós.
Categoría: M (+)
Protagonistas: Edward/Bella.
Disclaimers: Los personajes son de la
ingeniosa Stephenie Meyer, y algunos de mis invenciones. Yo solo juego con
ellos en mi maniática mente.
Summary:
¿Puede el amor perdonarlo todo?
(*)Advertencia:
Este capítulo contiene escenas de sexo muy explicativas por esto el blog ahora
tiene contenido para adultos y la historia es categoría M (+), sino te gusta
leer escenas eróticas mejor no leas el capítulo. Muchas gracias por la atención
prestada.
Capítulo II
Edward
metió la lengua en mi boca y con desesperación chupe la suya.
—Dime que
te mueres de ganas por que te vuelva a pasar la lengua por el coño.... — susurra mi marido en mi oído.
—Aaah…sí…..—gimo
desesperada moviéndome bajo su cuerpo.
Edward desciende de nuevo hasta mi sexo, con
delicadeza vuelve a lamerlo colocando sus grandes manos en mi cadera para poder
sostener el ritmo de mis movimientos pélvicos.
—No puedo
soportarlo más. —grito retorciendo mis caderas,
sintiendo un placer inigualable que se extiende por todo mi cuerpo.
—Así me
gusta…—dice mi marido besando mi vientre
con devoción.
El cúmulo de sensaciones que embargan mi
cuerpo es tan intenso que ni siquiera puedo abrir los ojos.
Con mucho cuidado Edward se pone encima de mi
cuerpo, su perfume invade mis fosas nasales. Su lengua recorre el lóbulo de mi
oreja. Y de una empollada entra en mi cuerpo.
Empieza a moverse lentamente y empiezo a sentir
un placer indescriptible, noto su falo golpear las paredes de mi vagina. Esos giros
diabólicos que a veces hacen rozar mi clítoris y me vuelven diabólicamente
loca.
— Dios... —gimo apretando con fuerza sus nalgas.
—Quieres correrte....
¿Verdad? —Gime mi marido profiriéndome
otra embestida.
— ¡Joder!
La sensación en mi vientre aumenta, provocándome
unas incontrolables ganas de mover mi cadera, de tenerlo más adentro.
— ¡Mierda! —lo escucho decir. —Ahora….Ahora…Isabella—grita
Aferro con fuerza mis piernas a las caderas del Edward
y él empuja, se tensa, se mueve más rápido, jadea como un loco y el calor de su
semilla invade mis entrañas, provocando convulsiones incontrolables en mi
cuerpo, que me hacen llegar a la cumbre del éxtasis.
—Aquel que se presento en el baile de la Fundación Hart. — dijo Edward frunciendo el ceño.
—Él mismo. Asentí besando su pecho.
—Cancélala no quiero que te atienda él.
Sacudí la cabeza asombrada. — ¿Por qué amor? —pregunte pasando mi dedo índice por su musculoso brazo.
Arrugo la cara, señal de que estaba por enojarse.
—No confío en él; se la pasa mirándote— respondió como si ello fuera suficiente.
Thomas Way se le consideraba en el país el mejor en su rama y que Edward lo despreciara por sus tontos celos estaba fuera de contexto.
—Ya hice la cita y no la cancelare. Lo mire desafiante.
Sonrío con suficiencia.
—Claro que la cancelaras—murmuro con voz ronca penetrándome sin previo aviso y alzando mi cuerpo para quedar sobre él. —No puedes negar nada de lo que te pida mi vida. —termino de decir aumento el ritmo de sus embestidas…
—Edward…— proferí en un grito, llena de placer. Cabalgándolo al ritmo que él imponía.
……….
Una enfermera de mediana edad se acerco al sofá donde me encontraba sentada. — El doctor la atenderá en unos minutos Señora Cullen, si necesita alguna cosa me avisa. —termino con una sonrisa.
Retorcí mis manos con nerviosismo, contrario a la opinión de mi marido había asistido a la cita, aún tenia tiempo de irme pero no le daría ese placer al gran ego de mi amado esposo, aunque claro rogaba a Dios que no se enterara.
Desde que pronuncio “Quiero que tengamos un hijo” no cabía de la alegría y de eso hace solo ocho días en los que nadie podía decir que no lo habíamos intentado, pues todas las noches y algunas mañanas hacíamos el amor unas veces despacio con ternura y otras veces desenfrenados y con mucha pasión.
—Señora
Cullen, el doctor Way la espera en su consultorio. —anuncio la enfermera indicándome
el camino.
—Isabella—saludo
Thomas besando mi mejilla. —No te preguntare que te trae por aquí, ya que es
obvio que necesitas opinión de un ginecólogo, pero si te diré que es un placer
ser yo el escogido. —termino galante.
—La
buena noticia es que mi esposo y yo hemos tomado la decisión de ser padres—dije
con orgullo. —Y venia para que me hicieras un chequeo a ver si todo conmigo este
bien para tener bebés.
Thomas
con una sonrisa me explico los cambios
que sufriría mi cuerpo y me practico una serie de exámenes de rutina que dieron
como resultado que no tenía ningún problema para concebir, solo que debería
dejar de tomar la píldora, lo que ya había dejado hace ocho días.
Saliendo
de la clínica me entretuve en una tienda que había muy cerca de allí, estaba
repleta de artículos de bebés. Con un nudo en mi garganta pague a la
dependienta dos conjuntitos de recién nacidos; uno rosa y el otro azul, ya me
hacia ilusión tener a un ser formándose en mi vientre, aunque faltaran quince días
para comprobarlo.
Maneje
con precaución hasta nuestra casa, imaginando que Edward llegaría en la noche.
Aunque me había entretenido mas tiempo del
necesario en la tienda de bebes, aun tenia algo de tiempo para preparar una
cena que le encantara, ya que siempre llegaba pasada las seis de la tarde y apenas
iban a dar las cinco.
Al
pasar el gran bosque que rodeaba los alrededores de nuestra casa me sorprendí
mucho al ver el auto de mi esposo frente a la casa.
Parque
con cuidado el auto tras el de él y baje el paquetito que tenia en la parte
trasera del auto.
Cuando vea los vestiditos les encantarán,
pensé ilusionada.
—Mi
amor ya llegue—grite con entusiasmo tirando el bolso en la mesa del recibidor.
Me
extraño que no respondiera a mi llamado y casi corriendo llegue a su despacho. Apenas
lo vi sabia que algo andaba mal. Tenia la espalda tensa y en sus manos reposaba
un vaso lleno de vodka que se lo llevaba a la boca casi con fuerza, temí que en
cualquier momento lo pudiera romper y se causara daño.
—
¿Qué ha pasado
Edward? —inquirí con cautela.
Como si se tratara de cámara lenta giro su cuerpo tenso para quedar frente a mí,
tirando al mismo tiempo el vaso vacío, que al tocar suelo se hizo añicos.
—
¿Qué ha pasado? —grito
acercándose a donde me encontraba parada. —Tienes el descaro de preguntarme
eso. —sus ojos estaban de un verde puro y eso solo ocurría cuando estaba muy
enojado o excitado, y en ese momento no parecía para nada excitado. —Isabella te
dije que no fueras a ver a Way y fuiste a verlo.
—
Pero Edward…Thomas
no te ha hecho nada para que tomes esa actitud con él, aparte es el mejor ginecólogo
del país. —susurre.
—
¡Cállate! — grito
acercándose cada vez más. —Me importa una mierda que sea el mejor ginecólogo
del mundo si quiere. Pero yo te advertí que no fuera y aun así lo hiciste.
Otra vez no….Por favor Dios mío….No
permitas que volvamos a lo de siempre.
Lu393
© Luissy G. 2011. Todos los derechos reservados.
he de reconocer que este tipo de historias me ponen de mal humor por el tema que abarcan pero en general la historia es muy buena y consigues tranmitir muchos sentimientos!!!sigue así!!un saludo
ResponderEliminarcuando podras poner el siguiente cap estoy ansiosa por saver lo que passa, porfavor que sea pronto
ResponderEliminar