jueves, 30 de junio de 2011

Asaltando el Corazón- Capítulo 2. Corregido



Disclaimer: Los personajes son de la ingeniosa Stephenie Meyer, y algunos de mis invenciones. Yo solo juego con ellos en mi maniática mente.
Summary: Bella nunca imagino que su vida cambiaria un día de compras en el supermercado. Edward quien creía tener el corazón de hierro debido a lo que se dedicaba, jamás imagino que unos ojos chocolates le enseñarían la otra cara de la vida...
Capítulo 2
Alice
Bella POV:
Desperté algo desorientada.
Mire a mi alrededor y sentí una opresión en mi cintura.
Imágenes de lo ocurrido el día anterior inundaron mi mente.
Sonreí. Aunque parezca loco.
Reír luego de ser secuestrada no era lo normal, pero cuando un dios griego te secuestra esas cosas no importan.
Para ser sincera si él me lo hubiera pedido, feliz hubiera aceptado.
Volví a sentir la opresión y gire mi cabeza para encontrarme con que el hombre de ojos verdes yacía completamente dormido a mi lado y abrazándome como si fuésemos amantes.
En un minuto de debilidad acaricie su rostro; y él se movió un poco y definitivamente fuera de mis cabales me apreté contra a él, aspirando su delicioso olor.
Estaba acostada al lado del hombre más hermoso del universo y él me tenía abrazada.
Era demasiado hermoso para ser cierto.
¿Cómo podía un hombre como él tener negocios sucios?
-Buenos días- me susurro al oído.
Me sobresalte ya que no sabía que estaba despierto.
-Buenos días. ¿Qué haces en mi cama?- pregunté.
-Necesitaba tenerte entre mis brazos preciosa-dijo y su semblante se volvió triste- ¿En qué pensabas Bella quieres irte?- inquirió en un susurró.
No respondí.
¿Qué diablos te sucede Bella? Di algo tonta.
-Veo que te quedarás.
Su sonrisa fue radiante.
-Si es así debes aprender a protegerte.– informo con voz tensa.
-Aprenderé lo que sea necesario- las palabras salieron de mi boca sin pensarlas.
-Eso quiere decir que te quedarás preciosa- mostro sus perfectos dientes.-Luego hablaremos sobre eso.- volvió a sonreír- ¿Qué quiere hacer hoy pequeña?- preguntó.
-Hummm. . .-murmure- No lo sé, déjame pensar.-dije cerrando los ojos.
Definitivamente estás loca Isabella.
¿Por qué?
Es que ya no te importa estar secuestrada
Si es con un dios griego tan hermoso como él no. Aparte me trata bien
Ahora si te declaro loca.
Ajá.
-Claro pequeña- me besó con pasión, sentía que me quemaba la piel.
Estábamos disfrutando nuestro beso cuando su celular empezó a sonar.
-Demonios- exclamó y cuando vio el identificador de llamadas sonrío.-Hola Alice ¿Cómo estás?- soltó una carcajada y se alejó de la cama.
¿Quién demonios era la tal Alice?
¿Por qué Edward tenía risa de tonto al ver el identificador?
¿Será su novia o quizá prometida?
Estúpida, estúpida me repetí mentalmente como puedes ser tan absurda de pensar que él siente algo por ti. Lo único que quiere es acostarse contigo y tú de boba se la pones fácil.
Ayer haciéndote la difícil pero hoy te besa y te derrites.
Que idiota eres Bella.
Camine hacia el baño y di un portazo al entrar. Estaba molesta por ser tan idiota de creer que él sentía algo. Vamos Bella deja de pensar boberías.
-Bella ¿estás bien?- preguntó al otro lado de la puerta.
-Sí - respondí enfurruñada.
-Porque no sales amor- me pidió.
-Yo no soy tu amor y no quiero salir- dije.
-Vamos amor que alguien quiere conocerte- dijo
-¿Quién?-pregunte.
-Alice- dijo- Es mi hermana Bella quiere conocerte y nos invitó a desayunar a su departamento.
Alice su hermana...
Bravo Bella dijo una vocecita. Ya estábamos desconfiando de él y sólo es su hermana.
Le abrí la puerta y me abrazo tiernamente.
-En el closet hay algo de ropa, después puedes ir de compras.-beso mi frente.- En 20 minutos nos vamos cielo- beso la punta de mi nariz. Y salió de la recámara.
Tomé un relajante baño y busque entre las bolsas que estaban en el closet. Había ropa finísima, pero opte por un vestido sencillo de flores que me llegaba a medio muslo. Y unos zapatos de bailarina.
Deje mi cabello suelto y me coloque algo de brillo en los labios.
Baje las escaleras animadamente.
Edward ya se encontraba al pie de estas y al verme por casi se le salen los ojos.
Sólo pude sonreír por su reacción.
-Estoy lista- dije cuando estuve frente a él.
-Estas hermosa amor- dijo- Tendré que cuidarte si sigues optando por vestir esos vestidos que sólo cubren lo necesario.
Me sonroje por su comentario.
-Vámonos.- ofreció su mano y la tome sin dudar.
Llegamos al garaje y nos subimos a un Volvo C80.
-¿Es tu auto?- pregunte.
-Sí- respondió con una sonrisa.
-No le molestara a tu hermana que lleves a alguien- dije insegura por la reacción de la tal Alice.
-Por supuesto que no pequeña- acaricio mi mejilla- Estoy seguro que le caerás bien y además fue ella quien nos invitó.
-Ya llegamos- anunció. Y bajo para abrirme la puerta.
Entramos al edificio tomados de la mano.
Las descargas eléctricas que saltaban cuando estábamos piel contra piel encendían mi cuerpo.
-Señor Cullen.- lo saludó una rubia que salía del ascensor. Y lo miró como si él fuera un postre.
-Señorita Laurent- la saludó en tono educado.
Ella asintió y salió del ascensor.
-¿Quién es?- pregunte hecha una fiera. Por como lo miró la tal Laurent.
-Es una vecina de Alice.- sonrío-¿estas celosa?- pregunto inocente.
-Sí- dije furiosa. Sorprendiéndome de mi confesión- Y espero que no te vuelva a mirar así porque quedara sin su hermosa cabellera.
-Eres una fiera- dijo sorprendido- Mi mujer tiene carácter.
-No soy tu mujer Cullen y de todos modos que bien que lo sepas- dije amenazadoramente- Porque si llegas hacer algo que me enfade te las veraz conmigo.
Sonrío y se le escapo una carcajada que parecía una hermosa melodía.
- No juego Edward Cullen.- dije seriamente y dejo de reírse.
-Ya entendí pequeña- dijo como asustado.
Salimos del ascensor y yo seguía enfurruñada por lo ocurrido con la rubia oxidada.
-Bella- dijo- Me perdonas- Hizo un puchero- Por favor, di que ¿sí?
- Wau...-exclamó un hombre.
Era alto, felino, de cabellos dorados y ojos azules iguales a los de Rosalie.
-Una bella dama manda al gran Edward Cullen-murmuro riendo.
-Basta Jasper- dijo una chica pequeña de cabello negro como el carbón que salía en todas las direcciones. Parecía un duendecillo por sus facciones.
Avanzó hacia donde nos encontrábamos, con unos andares gráciles como las bailarinas.
-Tú debes ser Bella ¿Cierto?- preguntó la bailarina.
Asentí.
-Soy Alice Cullen- se presentó.
Me abrazo efusivamente, y entre apenada y sorprendida respondí a su abrazo.
- Pasen, dentro están Rose y Emi.
Edward me abrazo y pasamos al departamento.
Rose y Emmet veían televisión.
Rose voltio al oír la puerta cerrarse y corrió hacia mí y me dio un fuerte abrazo.
-Bella- exclamó- Que alegría verte- dijo con una gran sonrisa.
-Hola Rose- dije sonriendo-¿Cómo has estado?- pregunté.
-De maravilla- contestó.
El cara de niño llamado Emmet se acercó y me sonrío.
Le devolví la sonrisa, avanzo y me dio un abrazo que me dejo sin aire.
-Bájala ya Emmet - lo amenazó Edward.
Emmet me bajo.
Edward me tomó entre sus brazos.
-Tranquilo Ed - dijo Emmet- Verdad que no te enojaste por el abrazo hermanita- dijo.
-No- dije
El cara de niño soltó una carcajada.
-Bueno Edward porque no la sueltas para poder desayunar- dijo riendo- O será que todavía tienes ganas de hacerle cositas sucias- golpeo juguetonamente el brazo de Edward- No fue suficiente anoche.
-Cállate Emi- dijo Edward- No pasó nada ok.
Emi rió con fuerza. Y Jasper tosió para disimular la risa.
-Te tienen a dieta Ed- dijo Emmet entre risas.
Y todos reímos por su comentario, menos Edward que estaba furioso.
Desayunamos entre risas por los comentarios que hacía Emmet. Después de todo la estaba pasando bien, pues todos eran muy amables.
Nunca me había sentido tan querida.
-Bella mañana iremos de compras. ¿Te unes?- preguntó Alice.
-Claro- dije.
Tendría que ir a mi departamento a buscar un poco de dinero.
-Acabas de firmar tu sentencia de muerte Bella- dijo Jasper y todos empezaron a reír.
-¿Por qué?-inquirí curiosa.
-Alice es una compradora compulsiva - respondió Edward entre risas.
Quedamos en vernos por la mañana, ella iría a recogerme ya que Edward tenía algunos negocios muy importantes que atender.
El resto de la tarde Edward se la paso hablando por celular, atendiendo algunos negocios.
Y yo decidí recorrer la casa. Era muy grande y me perdí unas cuantas veces.
Mientras preparaba algo para cenar, sentí unos fuertes brazos apretar mi cintura.
-¿Qué cocinas?- preguntó con voz seductora.
- Pollo en salsa blanca. ¿Te gusta?- pregunté.
-Me fascina el pollo, aunque creo que más apetitosa esta la cocinera- dijo mordiéndome la oreja.
Sonreí como una tonta.
Cuando estábamos cenando, me atreví a preguntarle algo que me estaba dando vueltas en la cabeza toda la tarde.
-Edward- dije y dude un momento- ¿Eres jefe de alguna mafia o trabajas para ellos?
-Mi padre es el jefe. Yo sólo estoy a cargo de ciertos negocios.
Asentí.
-Es un imperio grande y me estoy preparando para cuando llegue la hora de dirigirlo.
-O sea- no sabía cómo preguntarle, pero pude-¿Ya asesinaste a alguien?
-No, todavía no amor, pero si fuera necesario lo haría- dijo serio- Para proteger a mi familia.
-Ah- fue mi genial respuesta.
-¿Te da miedo que sea un asesino?-preguntó.
-No- respondí sinceramente otra vez.
Maldita boca.
- Sólo era simple curiosidad. Claro no me gustaría que estuvieras matando como un sicario.
-Claro que no amor eso es trabajo de otros- dijo tranquilo.
Esa noche volví a dormir en los brazos de Edward y esta vez no me opuse.
Por la mañana cuando desperté Edward no estaba. Pero había dejado una nota en la mesita de noche.
Buenos días preciosa. Disculpa por no despertar a tu lado, pero debía atender unos negocios.
Espero que disfrutes tu día de compras.
Te espero en la noche para cenar.
Edward Cullen.
Me bañe y vestí con ropa deportiva. Al terminar de desayunar una de las empleadas me aviso que Alice había llegado y me esperaba fuera.
Tome mi bolso y salí.
-Hola Alice- saludé.
-Hola Bella ¿Lista para ir de compras?-pregunto dando saltitos.
-Si.- conteste. Y me percate de los dos carros que estaba atrás de un Mercedes que me imagine era el de Alice- ¿Y esos autos?- pregunté.
-Son tus escoltas Bella- dijo como si fuera obvio.
-Alice no necesito escoltas.- dije.
Ella hizo una mueca.
- Se cuidarme sola, además no tengo enemigos.-trate de explicarme.
-Pues tendrás que acostumbrarte ahora que eres la mujer de Edward Cullen-declaró.
-No soy su mujer todavía- susurre ruborizada.- Y no es necesario los escoltadas Alice- dije frustrada por tener que soportar que me siguieran.
-Acostúmbrate.-chillo.- Ahora que estas con Edward quizás tengas muchas enemigas- dijo riendo.- Ya vámonos o las tiendas se llenaran.
Y partimos al Centro Comercial.
Al llegar dos hombres nos siguieron disimuladamente. Por lo menos nos dejaban caminar ya poco le faltaban para que nos cargaran.
Mientras Alice me escogía un bolso, para agregar a los diez que ya había comprado, una chica de cabello rubio rojizo se acercó.
-Hola Cuñadita- le dijo a Alice.
-No soy tu cuñada Tanya- dijo Alice en tono molesto.
-Pues eso no lo piensa Edward- repuso la tal Tanya.
-Que risa me das Tanya - dijo Alice- Si tengo una cuñada esa es Bella- me señaló- Ella si es la novia de Edward.
-Oh no me digas- dijo y se volteo para encararme- Así que tú eres la zorra de turno de Eddie.
-La zorra eras tú Tanya, que ni siquiera a querida llegaste- dijo una voz conocida- Por tu bien vete ahora mismo, sino quieres que tu linda cara operada tenga un pequeño desperfecto- la amenazó Rosalie.
Y la muy cobarde se fue.
Rosalie y Alice empezaron a reír como locas.
Pero a mí me comían los celos por dentro. ¿Qué tuvo que ver ella con Edward?
Tenía que preguntárselo.
Luissy.

Asaltando el Corazón -Corregido-


Título: Asaltando el Corazón <3

Disclaimer: Los personajes son de la ingeniosa Stephenie Meyer, y algunos de mis invenciones. Yo solo juego con ellos en mi maniática mente.

Summary: Bella nunca imagino que su vida cambiaría un día de compras en el supermercado. Edward quien creía tener el corazón de hierro debido a lo que se dedicaba, jamás imagino que unos ojos chocolates le enseñarían la otra cara de la vida...

Capítulo 1

ASALTO

BPOV

Me encontraba como todos los fin de mes, camino hacia el supermercado.

Ya era una costumbre.

Así que al llegar tome un carrito y saque del bolso la lista de las cosas que necesitaría.

Me encamine al pasillo de frutas y verduras pero este estaba muy congestionado por lo que decidí ir por un cereal. Mientras escogía entre fresas o chocolate; escuche los gritos de las personas.

—Quieto todo el mundo—gritó un hombre que tenía cubierto su rostro con una pasa montañas.

Todas las personas empezaron a emitir chillidos histéricos. Por mi parte sólo pude el carrito y mire a los asaltantes; esperando que sucediera lo peor.

Pero todo fue muy rápido, él que había emitido la orden hace un momento clavo sus penetrantes ojos verdes que podían apreciarse en la abertura de la pasa montañas en mi rostro, y sin miedo le sostuve la mirada quedándonos unos minutos abstraídos mirándonos, olvidándonos de todo a nuestro alrededor.

Y emitiendo una maldición, desvió su mirada.

—No se muevan —Su voz de terciopelo inundo el lugar. —Vamos busquen los malditos papeles y la caja—dijo en tono autoritario a los hombres que lo acompañaban.

Tres de los asaltantes se dirigieron a las oficinas y los demás junto con él, se quedaron con el resto de los presentes.

El guardia de seguridad del supermercado pensando que no le prestaban atención camino hacia ellos y él hombre de ojos esmeraldas soltó un disparo.

Me tire al piso tratando de buscar protección; aunque estaba segura que si quisieran matarme lo lograrían por muchas esfuerzos que yo hiciera.

Cuando levante la vista para encontrarme con lo peor, el Guardia había vuelto su antigua posición.

El hombre de ojos esmeraldas volvió a mirarme y susurró algo a otro hombre encapuchado que se encontraba junto a él.

Este asintió y sin disimulo alguno me miró.

Caminó hacia a mí a paso lento, provocando que la multitud hullera para quitarse del camino a cada paso que este daba, y al quedar frente a mí; se agacho.

—Espera mi señal —susurro en mi oído. —Si no lo haces, date por muerta.

Ahogue un sollozo.

—Gritare el monosílabo "ya", y caminarás atrás de ese Stan, allí habrá alguien esperándote. — me miró a través de sus ojos oscuros. — Sabes lo que te pasará si no lo haces.

Se levantó con gracia a pesar de su tamaño y lo musculoso que era y caminó hacia donde su jefe o eso suponía por el tono autoritario que el hombre de ojos verdes tenía.

—Ya está Jefe —dijo unos de los hombres que envió a la oficina confirmando mí suposición. Los otros dos venían con unos sobres y una bolsa negra.

—Nadie se mueva hasta que estemos fuera. —Dijo el hombre de ojos oscuros —Y saben los que le va a pasar si hablan. —Soltó un disparo al aire.

Luego clavo sus ojos sobre los míos y con voz suave pronunció el pequeño mandato que cambiaría mi vida para siempre. — Ya. . .

Me levanté con piernas temblorosas y tropecé dos veces con mis propios pies mientras intentaba correr. Cuando al fin pude lograr salir por donde el musculoso me había indicado; al llegar él mismo me estaba esperando.

—Sígueme—ordeno y camine muerta de miedo hasta una camioneta. —Entra—dudé un momento, ideando una forma de escape, pero me encontraba tan nerviosa que mi mente se encontraba como bloqueada. — Sabes lo que te ocurrirá si no lo haces, ¿Cierto?- inquirió con voz mordaz.

Y entre en la camioneta con lágrimas cubriendo mis mejillas.

El viaje duró aproximadamente 30 minutos.

Y resulto horroroso ya que me encontraba sentada entre dos enormes hombres, que en tamaño eran como tres veces yo y ni se diga en cuerpo; que esperaban el mínimo movimiento para causarme daño.

En una de las curvas el chico de ojos oscuros se quitó el pasa montañas y me miró. Su rostro era como el de un niño grande, su cabello rizado oscuro del mismo tono que el de sus ojos contrastaba con su piel blanca y los hoyuelos de sus mejillas.

— El Jefe quiere hablar contigo—lo mire aterrada ahora si estaba consciente del peligro que corría.

No tenía idea que quería de mí el hombre de ojos verdes.

—Tranquila—dijo. —No te va hacer daño.

Se lo pensó un momento.

— Claro está, si cooperas.

No le respondí, sólo deje escapar un sollozo.

—Ya llegamos—murmuro.

Salió de la camioneta tirándole el chaleco anti-balas a un hombre que lo esperaba fuera.

— Bájenla —le ordenó a los grandulones.

Estos me ayudaron a bajar de la camioneta y cada uno se colocó a un lado mío.

—Vamos —dijo y lo seguí con los ojos clavados en el suelo.

Con valentía mire alrededor de ver y quede impresionada.

Era una casa de tres plantas, de un blanco elegante. Fuera de esta había un gran jardín y muchos árboles que la rodeaban.

Cuando estábamos justo al frente de la puerta está se abrió y salió una mujer que parecía una miss universo; Alta con un cuerpo de revista, de ojos azules como el mar y cabello rubio que le llegaba hasta la cintura.

Correo hasta el hombre con cara de niño y lo beso con un pasión; que tuve que desviar la mirada.

—Emmet—canturreo eufórica— Has llegado—dijo llena de satisfacción y le plantó otro beso.

—Sí—afirmó este— Aquí estoy amor.

La rubia lo abrazó, y fue en ese instante que se dio cuenta de mi presencia. Se separó de él y lo miro ceñuda.

— ¿Quién es ella Emmet? —preguntó enojada.

—Mejor porque no se lo preguntas a tu hermano— respondió con una sonrisa tensa.

—La secuestraron Emmet—dijo la chica rabiosa—Es que están locos. — murmuro elevando varias octavas su voz.

—Tranquila Rose—le dijo el tal Emmet— No creo que esté por mucho tiempo.

La chica lo ignoró, y camino hacia mí.

Me observo detenidamente y sonrío.

—Hola soy Rosalie Cullen—dijo extendiendo su mano.

—Bella Swan—dije estrechando la mano entendida.

No sé porque pero ella me inspiraba confianza.

—Ven—dijo halando mi brazo. —Te mostraré la casa.

Dude un instante y el cara de niño asintió.

La casa era mucho más hermosa por dentro, que por fuera.

Pintada de colores claros, contrastaba con los muebles.

Subimos al segundo piso y entramos a una recámara que era como el tamaño de mi pequeño departamento.

Me indico que me sentará y así lo hice, pues estaba hecho un charco de nervios.

—Tranquila Bella—dijo— No dejaré que te suceda nada—aseguró—Es más, no creo que mi hermano sea capaz de hacer algo que tú no quieras. —sonrió.

Sólo pude asentir.

Si no quisiera hacerme daño no me hubiera secuestrado. Gritó una vocecita furiosa.

—Cuéntame de ti. —dijo Rosalie con un sonrisa.

Tomo asiento en una hermosa butaca frente a mí y cruzo las piernas con tanta elegancia que la mire atónita.

—Sabes no tengo amigas aparte de Alice, —confeso. —y me gustaría que tú fueras mi amiga. —Sonrió.

-¿Estudias?

-No. —respondí. —Por ahora trabajo en una biblioteca— sonreí, pues adoraba hablar de mi trabajo del cual me sentía muy orgullosa. —Es el trabajo perfecto.

Me miró ceñuda. Había confusión en su rostro.

—Es que me encantan los libros—explique. —Algún día quiero llegar a ser una gran escritora. —Sonreí al pensar en eso. Era mi sueño desde pequeña.

— ¡Qué bien! eres una persona llena de metas. Espero comprar tu Saga— dijo y reímos.

—Espero poder autografiarlos —dije y nos reímos más.

El sonido del toque a la puerta interrumpió nuestra plática.

Rosalie con la elegancia de una modelo de pasarelas fue a abrirla.

—Pasa—dijo entre dientes.

Rosalie debemos irnos—manifestó Emmet en tono serio. —Tu hermano ha llegado y quiere hablar con la chica.

—No la pienso dejar sola Emi— lo contradijo Rosalie.

—No pasara nada preciosa, él no le hará daño sólo quiere conversar con ella.

— ¿Seguro Emi? —pregunto Rosalie.

—Sí amor. Acaso, ¿Crees que te mentiría?

—Bueno te creo, pero tomare medidas. —Se giró hacia mí—Ten Bella— me dio un celular. —Si el estúpido de mi hermano se llega a pasar me llamas Ok.

—Está bien Rosalie— respondí tomando el celular.

—Rose, sólo Rose —sonrío —Aprieta el número 1 y estarás llamando a mi casa si lo llegas a necesitar. Nos Vemos Bella —se acercó y me dio un beso en la mejilla.

—Adiós Rose—me despedí agitando mi mano ya que ella se encaminaba a la puerta.

—Bella— habló el cara de niño —Ve al tercer piso a la habitación de la derecha.

Asentí cruzando mis brazos sobre mi pecho.

—Él hablara contigo allí. —termino diciendo mientras cerraba la puerta.

Caminé hacia la gran ventana de cristal que estaba en la parte de al frente de la recámara, y vi a Rosalie y Emmet subirse en una Hummer (*).

Inspirando con fuerza me armé de valor y subí las escaleras que Emmet había indicado, y con cuidado abrí la puerta de la recámara.

Por suerte no había nadie.

Sorprendida vi la gran cantidad de bolsos que se encontraban sobre la cama; habían bolsas de Victoria Secret's, Guess, Gucci y marcas reconocidas.

Pero ni siquiera me dio por curiosear.

Con calma me senté en la cama a esperar a que él se dignara en venir.

La puerta se abrió.

Y rápidamente desvié la mirada. No tenía ganas de verlo.

—Hola —susurró— Espero que estés cómoda. —dijo amable. — Podrías mirarme por favor- pidió perdiendo la paciencia al ver que lo ignoraba.

—No—dije con mucha valentía.

—Por favor... — suplicó con su maldita voz de terciopelo.

¡Qué tramposo! quien no iba a ceder con una voz así.

Giré la cabeza lentamente para encararlo. Y me quede paralizada.

Era el hombre más hermoso que había visto en mi vida.

Alto de tez lívida y pómulos fuertes y sonrosados, sus ojos eran verde esmeralda como los recordaba y su pelo cobrizo alborotado. Su cuerpo era la tentación, era musculoso y sus brazos se veían fuertes. Era un dios griego traído desde el mismísimo inframundo.

— ¿Cómo te llamas? — Preguntó con una sonrisa pícara, él muy idiota había notado como había babeado como tonta al mirarlo.

—No te importa —respondí. Y desvié la mirada.

—Sí que eres valiente —se acercó con cuidado a la cama. —Pero si me importa demasiado; ¿Cómo te llamas? — se agacho y rozo mi mejilla con el dedo pulgar.

Sentí como mi estómago se llenó de mariposas y miles de choques eléctricos traspasaron mi piel.

—Bella—pronuncie en shock— Mi nombre es Isabella, pero prefiero Bella.

—Pues Bella será preciosa —dijo y volvió a tocar mi rostro. —Mi nombre es Edward Cullen.

—Uno no soy tu preciosa y dos no me toques. —le espeté. — ¿Qué quieres de mí? —pregunte desafiante.

—Te quiero a ti—respondió con convicción.

—Eso no va a pasar —susurre al borde de la histeria y de un salto me pare de la cama. —Nunca voy a ser tuya.

—Nunca digas nunca pequeña—murmuro en mi oído.

Eso me hizo estremecer y el rió bajito.

—Déjame irme— supliqué —Por favor.

—Tienes familia —Inquirió furioso.

—No— respondí temblorosa temiendo por Charlie.

—Entonces no me pidas eso—paso sus brazos por mi cintura —Te acostumbras te lo juro.

Y sin más preámbulo me beso.

Cuando sus labios hicieron contacto con los míos no me pude controlar, le respondí a ese beso con una pasión descontrolada que desconocía.

Era la primera vez que alguien me besaba los labios y sentí que viajaba al cielo, aunque el que me besara fuera mi secuestrador.

Con ternura paso su lengua por mi labio inferior, pidiendo permiso para penetrar en mi boca y loca de deseo se lo concedí.

Nuestras lenguas danzaron como si fueran una sola en una batalla campal por aplacar nuestra sed.

Nos separamos cuando fue necesario el aire y me abrazo.

Entonces, fue cuando recordé que ese hombre al que gustosa había besado, había sido aquel que ordeno mi secuestro. Y sin pensarlo lo abofetee con fuerza.

— ¡Estás loca! —exclamó con el rostro desencajado acariciando la mejilla ya rosada por la bofetada. — No voy a obligarte a nada Bella, pero no saldrás de esta casa.

¡Te odio! —grite golpeando su pecho.

—Pronto dejarás de hacerlo preciosa. —susurro mientras olía mi cabello. —Pronto estarás debajo de mí gimiendo y rogando que te posea.

Me beso la frente y salió de la recamara con una sonrisa estúpida curvando sus hermosos labios.

Lo que más me enojaba; es que sabía que estaba a punto de caer en su juego, pues sus caricias, el tono de su voz, su presencia, su olor y el beso me estaban haciendo sentir cosas extrañas que nunca imagine llegar a sentir .

Tire mis tenis en un rincón del cuarto y aparte los bolsos de la cama. Y pensando en el hombre de ojos esmeraldas caí en los brazos de Morfeo.

Lu393