
Mire a mi alrededor y sentí una opresión en mi cintura.
Imágenes de lo ocurrido el día anterior inundaron mi mente.
Sonreí. Aunque parezca loco.
Reír luego de ser secuestrada no era lo normal, pero cuando un dios griego te secuestra esas cosas no importan.
Para ser sincera si él me lo hubiera pedido, feliz hubiera aceptado.
Volví a sentir la opresión y gire mi cabeza para encontrarme con que el hombre de ojos verdes yacía completamente dormido a mi lado y abrazándome como si fuésemos amantes.
En un minuto de debilidad acaricie su rostro; y él se movió un poco y definitivamente fuera de mis cabales me apreté contra a él, aspirando su delicioso olor.
Estaba acostada al lado del hombre más hermoso del universo y él me tenía abrazada.
Era demasiado hermoso para ser cierto.
¿Cómo podía un hombre como él tener negocios sucios?
-Buenos días- me susurro al oído.
Me sobresalte ya que no sabía que estaba despierto.
-Buenos días. ¿Qué haces en mi cama?- pregunté.
-Necesitaba tenerte entre mis brazos preciosa-dijo y su semblante se volvió triste- ¿En qué pensabas Bella quieres irte?- inquirió en un susurró.
No respondí.
¿Qué diablos te sucede Bella? Di algo tonta.
-Veo que te quedarás.
Su sonrisa fue radiante.
-Si es así debes aprender a protegerte.– informo con voz tensa.
-Aprenderé lo que sea necesario- las palabras salieron de mi boca sin pensarlas.
-Eso quiere decir que te quedarás preciosa- mostro sus perfectos dientes.-Luego hablaremos sobre eso.- volvió a sonreír- ¿Qué quiere hacer hoy pequeña?- preguntó.
-Hummm. . .-murmure- No lo sé, déjame pensar.-dije cerrando los ojos.
Definitivamente estás loca Isabella.
¿Por qué?
Es que ya no te importa estar secuestrada
Si es con un dios griego tan hermoso como él no. Aparte me trata bien
Ahora si te declaro loca.
Ajá.
-Claro pequeña- me besó con pasión, sentía que me quemaba la piel.
Estábamos disfrutando nuestro beso cuando su celular empezó a sonar.
-Demonios- exclamó y cuando vio el identificador de llamadas sonrío.-Hola Alice ¿Cómo estás?- soltó una carcajada y se alejó de la cama.
¿Quién demonios era la tal Alice?
¿Por qué Edward tenía risa de tonto al ver el identificador?
¿Será su novia o quizá prometida?
Estúpida, estúpida me repetí mentalmente como puedes ser tan absurda de pensar que él siente algo por ti. Lo único que quiere es acostarse contigo y tú de boba se la pones fácil.
Ayer haciéndote la difícil pero hoy te besa y te derrites.
Que idiota eres Bella.
Camine hacia el baño y di un portazo al entrar. Estaba molesta por ser tan idiota de creer que él sentía algo. Vamos Bella deja de pensar boberías.
-Bella ¿estás bien?- preguntó al otro lado de la puerta.
-Sí - respondí enfurruñada.
-Porque no sales amor- me pidió.
-Yo no soy tu amor y no quiero salir- dije.
-Vamos amor que alguien quiere conocerte- dijo
-¿Quién?-pregunte.
-Alice- dijo- Es mi hermana Bella quiere conocerte y nos invitó a desayunar a su departamento.
Alice su hermana...
Bravo Bella dijo una vocecita. Ya estábamos desconfiando de él y sólo es su hermana.
Le abrí la puerta y me abrazo tiernamente.
-En el closet hay algo de ropa, después puedes ir de compras.-beso mi frente.- En 20 minutos nos vamos cielo- beso la punta de mi nariz. Y salió de la recámara.
Tomé un relajante baño y busque entre las bolsas que estaban en el closet. Había ropa finísima, pero opte por un vestido sencillo de flores que me llegaba a medio muslo. Y unos zapatos de bailarina.
Deje mi cabello suelto y me coloque algo de brillo en los labios.
Baje las escaleras animadamente.
Edward ya se encontraba al pie de estas y al verme por casi se le salen los ojos.
Sólo pude sonreír por su reacción.
-Estoy lista- dije cuando estuve frente a él.
-Estas hermosa amor- dijo- Tendré que cuidarte si sigues optando por vestir esos vestidos que sólo cubren lo necesario.
Me sonroje por su comentario.
-Vámonos.- ofreció su mano y la tome sin dudar.
Llegamos al garaje y nos subimos a un Volvo C80.
-¿Es tu auto?- pregunte.
-Sí- respondió con una sonrisa.
-No le molestara a tu hermana que lleves a alguien- dije insegura por la reacción de la tal Alice.
-Por supuesto que no pequeña- acaricio mi mejilla- Estoy seguro que le caerás bien y además fue ella quien nos invitó.
-Ya llegamos- anunció. Y bajo para abrirme la puerta.
Entramos al edificio tomados de la mano.
Las descargas eléctricas que saltaban cuando estábamos piel contra piel encendían mi cuerpo.
-Señor Cullen.- lo saludó una rubia que salía del ascensor. Y lo miró como si él fuera un postre.
-Señorita Laurent- la saludó en tono educado.
Ella asintió y salió del ascensor.
-¿Quién es?- pregunte hecha una fiera. Por como lo miró la tal Laurent.
-Es una vecina de Alice.- sonrío-¿estas celosa?- pregunto inocente.
-Sí- dije furiosa. Sorprendiéndome de mi confesión- Y espero que no te vuelva a mirar así porque quedara sin su hermosa cabellera.
-Eres una fiera- dijo sorprendido- Mi mujer tiene carácter.
-No soy tu mujer Cullen y de todos modos que bien que lo sepas- dije amenazadoramente- Porque si llegas hacer algo que me enfade te las veraz conmigo.
Sonrío y se le escapo una carcajada que parecía una hermosa melodía.
- No juego Edward Cullen.- dije seriamente y dejo de reírse.
-Ya entendí pequeña- dijo como asustado.
Salimos del ascensor y yo seguía enfurruñada por lo ocurrido con la rubia oxidada.
-Bella- dijo- Me perdonas- Hizo un puchero- Por favor, di que ¿sí?
- Wau...-exclamó un hombre.
Era alto, felino, de cabellos dorados y ojos azules iguales a los de Rosalie.
-Una bella dama manda al gran Edward Cullen-murmuro riendo.
-Basta Jasper- dijo una chica pequeña de cabello negro como el carbón que salía en todas las direcciones. Parecía un duendecillo por sus facciones.
Avanzó hacia donde nos encontrábamos, con unos andares gráciles como las bailarinas.
-Tú debes ser Bella ¿Cierto?- preguntó la bailarina.
Asentí.
-Soy Alice Cullen- se presentó.
Me abrazo efusivamente, y entre apenada y sorprendida respondí a su abrazo.
- Pasen, dentro están Rose y Emi.
Edward me abrazo y pasamos al departamento.
Rose y Emmet veían televisión.
Rose voltio al oír la puerta cerrarse y corrió hacia mí y me dio un fuerte abrazo.
-Bella- exclamó- Que alegría verte- dijo con una gran sonrisa.
-Hola Rose- dije sonriendo-¿Cómo has estado?- pregunté.
-De maravilla- contestó.
El cara de niño llamado Emmet se acercó y me sonrío.
Le devolví la sonrisa, avanzo y me dio un abrazo que me dejo sin aire.
-Bájala ya Emmet - lo amenazó Edward.
Emmet me bajo.
Edward me tomó entre sus brazos.
-Tranquilo Ed - dijo Emmet- Verdad que no te enojaste por el abrazo hermanita- dijo.
-No- dije
El cara de niño soltó una carcajada.
-Bueno Edward porque no la sueltas para poder desayunar- dijo riendo- O será que todavía tienes ganas de hacerle cositas sucias- golpeo juguetonamente el brazo de Edward- No fue suficiente anoche.
-Cállate Emi- dijo Edward- No pasó nada ok.
Emi rió con fuerza. Y Jasper tosió para disimular la risa.
-Te tienen a dieta Ed- dijo Emmet entre risas.
Y todos reímos por su comentario, menos Edward que estaba furioso.
Desayunamos entre risas por los comentarios que hacía Emmet. Después de todo la estaba pasando bien, pues todos eran muy amables.
Nunca me había sentido tan querida.
-Bella mañana iremos de compras. ¿Te unes?- preguntó Alice.
-Claro- dije.
Tendría que ir a mi departamento a buscar un poco de dinero.
-Acabas de firmar tu sentencia de muerte Bella- dijo Jasper y todos empezaron a reír.
-¿Por qué?-inquirí curiosa.
-Alice es una compradora compulsiva - respondió Edward entre risas.
Quedamos en vernos por la mañana, ella iría a recogerme ya que Edward tenía algunos negocios muy importantes que atender.
El resto de la tarde Edward se la paso hablando por celular, atendiendo algunos negocios.
Y yo decidí recorrer la casa. Era muy grande y me perdí unas cuantas veces.
Mientras preparaba algo para cenar, sentí unos fuertes brazos apretar mi cintura.
-¿Qué cocinas?- preguntó con voz seductora.
- Pollo en salsa blanca. ¿Te gusta?- pregunté.
-Me fascina el pollo, aunque creo que más apetitosa esta la cocinera- dijo mordiéndome la oreja.
Sonreí como una tonta.
Cuando estábamos cenando, me atreví a preguntarle algo que me estaba dando vueltas en la cabeza toda la tarde.
-Edward- dije y dude un momento- ¿Eres jefe de alguna mafia o trabajas para ellos?
-Mi padre es el jefe. Yo sólo estoy a cargo de ciertos negocios.
Asentí.
-Es un imperio grande y me estoy preparando para cuando llegue la hora de dirigirlo.
-O sea- no sabía cómo preguntarle, pero pude-¿Ya asesinaste a alguien?
-No, todavía no amor, pero si fuera necesario lo haría- dijo serio- Para proteger a mi familia.
-Ah- fue mi genial respuesta.
-¿Te da miedo que sea un asesino?-preguntó.
-No- respondí sinceramente otra vez.
Maldita boca.
- Sólo era simple curiosidad. Claro no me gustaría que estuvieras matando como un sicario.
-Claro que no amor eso es trabajo de otros- dijo tranquilo.
Esa noche volví a dormir en los brazos de Edward y esta vez no me opuse.
Por la mañana cuando desperté Edward no estaba. Pero había dejado una nota en la mesita de noche.
Buenos días preciosa. Disculpa por no despertar a tu lado, pero debía atender unos negocios.
Espero que disfrutes tu día de compras.
Te espero en la noche para cenar.
Edward Cullen.
Me bañe y vestí con ropa deportiva. Al terminar de desayunar una de las empleadas me aviso que Alice había llegado y me esperaba fuera.
Tome mi bolso y salí.
-Hola Alice- saludé.
-Hola Bella ¿Lista para ir de compras?-pregunto dando saltitos.
-Si.- conteste. Y me percate de los dos carros que estaba atrás de un Mercedes que me imagine era el de Alice- ¿Y esos autos?- pregunté.
-Son tus escoltas Bella- dijo como si fuera obvio.
-Alice no necesito escoltas.- dije.
Ella hizo una mueca.
- Se cuidarme sola, además no tengo enemigos.-trate de explicarme.
-Pues tendrás que acostumbrarte ahora que eres la mujer de Edward Cullen-declaró.
-No soy su mujer todavía- susurre ruborizada.- Y no es necesario los escoltadas Alice- dije frustrada por tener que soportar que me siguieran.
-Acostúmbrate.-chillo.- Ahora que estas con Edward quizás tengas muchas enemigas- dijo riendo.- Ya vámonos o las tiendas se llenaran.
Y partimos al Centro Comercial.
Al llegar dos hombres nos siguieron disimuladamente. Por lo menos nos dejaban caminar ya poco le faltaban para que nos cargaran.
Mientras Alice me escogía un bolso, para agregar a los diez que ya había comprado, una chica de cabello rubio rojizo se acercó.
-Hola Cuñadita- le dijo a Alice.
-No soy tu cuñada Tanya- dijo Alice en tono molesto.
-Pues eso no lo piensa Edward- repuso la tal Tanya.
-Que risa me das Tanya - dijo Alice- Si tengo una cuñada esa es Bella- me señaló- Ella si es la novia de Edward.
-Oh no me digas- dijo y se volteo para encararme- Así que tú eres la zorra de turno de Eddie.
-La zorra eras tú Tanya, que ni siquiera a querida llegaste- dijo una voz conocida- Por tu bien vete ahora mismo, sino quieres que tu linda cara operada tenga un pequeño desperfecto- la amenazó Rosalie.
Y la muy cobarde se fue.
Rosalie y Alice empezaron a reír como locas.
Pero a mí me comían los celos por dentro. ¿Qué tuvo que ver ella con Edward?
Tenía que preguntárselo.